Memorias de Cleopatra I by Margaret George

Memorias de Cleopatra I by Margaret George

Author:Margaret George
Language: es
Format: mobi
Published: 2009-05-17T23:00:00+00:00


Pensé que la cena ya había terminado, pero me sorprendió que los músicos empezaran a interpretar otras melodías y que César dijera:

—Amigos míos, deseo que vosotros seáis los primeros en escuchar el principio de una composición sobre la Guerra Alejandrina. Mi buen amigo el pretor Aulo Hirtio ha empezado a escribirla y le he invitado a que se una a nosotros y nos traiga no sólo su relato sino también sus famosas moras en su jugo.

Se oyeron unos murmullos de expectación y más tarde me dijeron que Hirtio era famoso por sus refinados gustos culinarios. Al parecer, sus moras eran muy superiores a las habituales.

Un hombre de apariencia muy agradable entró en la sala seguido por un esclavo que portaba una bandeja de plata. Vi en su interior las bayas de un profundo color rojo morado.

—Es un honor para mí ofrecer mi humilde relato de la guerra en presencia de aquellos que la vivieron —dijo—. Majestades, os suplico que tengáis a bien corregir cualquier cosa que no se ajuste a la verdad. Como muy bien sabéis, yo no estuve allí. —Inclinó la cabeza, miró a su alrededor, dio un paso atrás y empezó a recitar—: «Bello Alexandrino conflato Caesar Rhodo atque Ciliciaque omnem classem arcessit: Creta sagittarios, equites ab rege...»

César frunció el ceño. Sabía que Tolomeo y yo no podíamos entenderlo. Y sin embargo yo hubiera deseado que dejara continuar a Hirtio, pues ello me hubiera dado la ocasión de observar a los demás y de estudiarlos sin necesidad de estar constantemente en guardia ni de responder a los comentarios y las preguntas.

Pero mi deseo no se pudo cumplir. César levantó la mano.

—Te lo ruego, nuestros regios invitados no dominan el latín con tanta soltura como el resto de los presentes. Creo que lo podrían apreciar mejor en griego.

—Oh, sí, claro. —Hirtio cerró los ojos y regresó al principio—. «Cuando estalló la Guerra Alejandrina, César mandó llamar toda la flota desde Rodas y desde Siria y Cilicia; con arqueros de Creta y soldados de caballería de...»

Las moras se habían servido en unos platitos de cristal multicolor. El cristal multicolor era una especialidad de Alejandría. ¿A quién se le habría ocurrido aquel detalle... a César o a Hirtio? Probé las moras y me parecieron ácidas y ásperas.

—«La ciudad, que era muy próspera y contaba con abundantes provisiones, proporcionó pertrechos de todas clases. Los habitantes eran inteligentes y muy astutos...»

Tenía dificultades para seguir el relato pues mi mente se perdía constantemente. Una ligera brisa penetraba en la sala desde el jardín, una brisa densa y perfumada con el aroma de hojas desconocidas, polvorienta y ligeramente dulzona.

Octavio sufrió un violento acceso de tos estridente. Sólo entonces me di cuenta de que su frágil belleza tal vez era el resultado de una enfermedad. Su aspecto transparente era el propio de un tísico. Hirtio hizo una pausa hasta que el chico dejó de toser.

Después añadió:

—«Pero en cuanto a mí, si ahora se me encomendara la tarea de defender a los alejandrinos y demostrar que no



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